Verde oliva y azabache

Bernardo José Mora
Siempre es personal
2 min readNov 18, 2017

--

Cada vez que paso junto a la Plaza de Toros de Valencia acabo deteniéndome unos instantes ante la estatua de Manolo Montoliu. Mis recuerdos de Manolo Montoliu me devuelven a aquella época de mi vida, hace ya más de dos décadas, en que fui taurino o, por decirlo de otra manera, menos antitaurino que de costumbre. Montoliu era banderillero y yo sentía una especial predilección por los banderilleros, más que nada porque no tenía problemas para apreciar la buena ejecución de un par, algo que no me ocurría con los lances con el capote o con la muleta, que a menudo me arrancaban olés en mi casa que en la plaza nadie secundaba. Mi banderillero preferido era Juan Luis de los Ríos, aquel rechoncho subalterno que ostentaba con todas las de la ley el sobrenombre de el Formidable. Mi devoción por Manolo Montoliu viene, sin embargo, de un hecho concreto. A Montoliu lo vi morir en directo por televisión.

Fue el 1 de mayo de 1992 en la Maestranza de Sevilla. El toro se llamaba Cabatisto y lo enganchó de lleno en el pecho. Montoliu falleció en la misma plaza y la corrida se suspendió de inmediato. Aquella tarde vestía de verde oliva y azabache.

--

--

“Yo soy un escritor de artículos cortos, cosa terrible, porque los artículos cortos se leen”. | Julio Camba