Una escuela de vida

Sucedió hace unos días. El ecuatoriano Chito Vera, peleador de la UFC, puso en fuga a un ladrón que intentó asaltarlo a la puerta de su casa en California. Lo de que el deporte es una escuela de vida se trata de un lugar común que de tan común ya da vergüenza repetirlo. Corredores de fondo que atrapan a tironeros en plena calle, ajedrecistas que se aprovechan de esa memoria que les permite realizar de manera automática los quince primeros movimientos de cualquier tipo de apertura para ganarse un sobresueldo jugando al póquer, boxeadores que salen en defensa de mujeres maltratadas arriesgándose incluso a que sus buenas intenciones se les vuelvan en contra… Dirán que fue el deporte el que le enseñó a Chito Vera que los problemas hay que encararlos de frente y le dotó de la sangre fría para hacerlo. Puede. Pero Mike Tyson tenía también todo eso y unos cuantos nocauts en su historial antes de ponerse por primera vez unos guantes y subir a un ring. Igual es que es todo al revés. La confianza que los griegos tenían en que Spiridon Louis, un triste aguador, ganaría la primera maratón olímpica no se debía a su experiencia atlética, completamente inexistente, sino al hecho de que se pasaba todo los días del año caminando de aquí para allá cargado como un burro. Como Vasili Alekséyev era reconocido como el chico más fuerte del barrio antes de que levantara una sola pesa. Así que quizás lo que el deporte le enseñó a Chito Vera es simplemente que un deportista jamás minusvalora a su rival. Y mucho menos si está armado con un cuchillo. Porque en lugar de arremangarse e ir a su encuentro, lo que hizo Chito Vera es sacar la escopeta que llevaba debajo del asiento de su camioneta.