Tiempo de incertidumbre

No sé ustedes, pero yo estos días de incertidumbre los llevo francamente mal. Ahora mismo, sin ir más lejos, estoy que no sé qué hacer mañana. ¿Ustedes qué han hecho? ¿Se han puesto o no se han puesto ya en manga corta?

Me dirán que por aquí los turistas van todos en camiseta desde hace semanas pero ellos ya sabemos a qué vienen y no pueden ser un referente de nada. Qué mierda de vacaciones serían esas en las que uno viene a Mallorca y no puede contar luego que en pleno mes de abril se paseaba por Palma en tirantes y bermudas. Los viajes de vacaciones tienen un tanto de voluntarismo optimista y un mucho de postureo. La mayor parte de los museos que uno visita cuando está de viaje, por ejemplo, no los habría vuelto a visitar desde su época de escolar si estuvieran en su propia ciudad. Así pasa que ya puede bajar la temperatura diez grados de repente que ahí siguen casi todos con los sobacos al aire poniéndote a ti en un compromiso.

Si hay algo que detesto es estar así, levantándome cada mañana entre dudas y pegando la nariz al cristal mientras desayuno para ver cómo va la gente por la calle. El miércoles pasado pensé que ya lo tenía claro, pero a media tarde cambié de opinión sobre la marcha y menos mal que me pilló en casa. Así cada día desde entonces. A ver mañana, ya digo. Parece que igual hace malo. Y tengo que estar en el Borne firmando. A mediodía, por si les da por pasarse.