La Navidad más larga del mundo

Lo diré sin rodeos: no aguanto más. He llegado al límite. O el Ayuntamiento de Palma retira de una puñetera vez las luces navideñas que se dejó olvidadas en mi calle el pasado mes de enero y que siguen encendiéndose cada noche como si todavía estuviéramos esperando a los Reyes Magos o voy a tener que tomar medidas drásticas. Seis meses de Navidad es más de lo que cualquier hombre de buena voluntad puede tolerar a lo largo de un año natural.

Y miren que hacemos el esfuerzo por estar a tono con el contexto que nos imponen. Pero prueben de encontrar en estas fechas alguna variedad de turrón en el súper. O pregunten, si se atreven, por los mazapanes. Yo el otro día, doy gracias por ello, conseguí hacerme con unos barquillos para ir tirando una semana más de fiestas. Y de lo que es la tele, mejor no hablemos. Ya te puedes sentar a esperar que pongan otra vez Qué bello es vivir que en pleno mayo lo único que te encuentras es una de esas clásicas películas lacrimógenas de sobremesa en las que todo son dramas sin solución.

A mis vecinos no sé, pero a mí el espíritu navideño no me da ya para tanto. Así que, repito, agradecería que algún operario del Ayuntamiento se pasara por mi calle lo antes posible con una escalera y, ahora que hace buen tiempo, nos devolviera al presente. Me gustaría poder volver a pensar mal de alguien sin que me entren remordimientos cada vez que veo las luces encendidas.