La cola inevitable

Bernardo José Mora
Siempre es personal
1 min readApr 29, 2024

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Ya podemos inventar todas las aplicaciones que queramos para concertar citas previas y hacer una lista cada vez más larga de trámites por Internet. Siempre acaba llegando el momento en que nos damos de bruces con la realidad.

Porque da igual que nos hayamos sacado la tarjeta de embarque hace una semana y la llevemos en el móvil: por mucho que al llegar al aeropuerto pasemos de largo ufanamente ante los mostradores de facturación, al final del camino nos vamos a encontrar con el control de seguridad. Y de esa cola compuesta por individuos resignados en su despiste, los unos a medio descalzar, los otros con los pantalones caídos, estos de aquí apurando de un trago la última cocacola junto a la última papelera, y aquel de allí rezando para que la tercera vez que pasa bajo el arco sea la buena, de esa cola, iba diciendo, aquí en Palma parece que no hay manera de librarse.

Es en esos momentos cuando empiezas a preguntarte cómo es posible que en el aeropuerto de Palma te suenen los tres euros que llevas en el bolsillo cuando pasas bajo el arco de seguridad y en el de Roma no. O por qué en París-Orly los del control te echan para atrás para que metas en una bolsita todos los botecitos con líquidos que llevabas desperdigados por el equipaje de mano y en Palma no paras hasta llegar al avión. Así que ahora mismo les voy a dar un consejo para agilizar las colas: empiecen poniéndose de acuerdo todos los aeropuertos.

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“Yo soy un escritor de artículos cortos, cosa terrible, porque los artículos cortos se leen”. | Julio Camba