En tranvía a La Malvarrosa

Bernardo José Mora
Siempre es personal
1 min readJun 25, 2018

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El tranvía ya no pasa por la Glorieta, que fue donde Manuel se subió a él con Marisa, aquella chica francesa que pintaba acuarelas y leía a Sartre sentada en la arena, para hacer su viaje iniciático a La Malvarrosa, ni tampoco es de color amarillo. El tranvía ahora es blanco y si quieres ir a la playa en él tienes que cruzar al otro lado del cauce del río por el Pont de Fusta y esperarlo alli. De camino a La Malvarrosa la gente solo se sube y desde el principio hay que ir de pie contando paradas y gafas de buzo. Las paradas son ocho.

— Nos bajamos aquí, Marisa.

Marisa no es francesa, no pinta acuarelas y lee antes a Nemirovski que a Sartre, pero te identifica un número primo a la primera.

— Que yo no me llamo Marisa.
 — La otra tampoco.

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“Yo soy un escritor de artículos cortos, cosa terrible, porque los artículos cortos se leen”. | Julio Camba