El puente de los recuerdos

Ahora que le quedan cuatro días me doy cuenta de que nunca he llegado a cruzar el puente del antiguo Hotel Mediterráneo sobre el Paseo Marítimo. Y eso que debo de haber pasado bajo él un millón de veces desde que era niño. (En cambio, sí que he entrado cuatro o cinco veces en el edificio de Gesa, ya me dirán si no es para hacerse algunas preguntas sobre lo que uno ha hecho con su vida).

Ya sabemos que no es el Pont Neuf, ni el de Westminster y ni mucho menos el de Brooklyn, pero el puente del antiguo Hotel Mediterráneo ha sido siempre uno de los hitos del Paseo Marítimo junto con la torre de Peraires, los molinos del Jonquet, el ascensor de Titos, la Lonja y el bar Pesquero. Para la mayoría de los que hoy habitamos esta ciudad, todos ellos siempre han estado ahí y forman parte de nuestros recuerdos y de eso que se llama pomposamente el imaginario colectivo.

Digo yo que si el Pont des Tren corrió la misma suerte hace ya no sé cuántos años, pero así como desapareció de un día para otro volvió a aparecer al lado mismo al cabo de poco y como si nada, a ver por qué no podemos hacer algo semejante con el puente del Hotel Mediterráneo. Visto que llevamos ya no sé cuántos meses de obras y lo que nos falta, lo de cambiar un puente de sitio no creo yo que vaya a causar mucho retraso. Que lo pongan donde quieran y da igual también si solo se le parece un poco. Volveremos a hacer como si no nos hubiéramos dado cuenta.